La segunda, en El Molinón ante el Sporting de Gijón, que se jugaba la vida. Un inicio espectacular (ya eran primeros en la jornada undécima y con muy buenos fundamentos para soñar), una derrota como la de Mahón para bajar los humos (Bilbao B 4-1 Hércules), pequeño bajón de juego no aprovechado por los rivales y posterior racha que llevó al Hércules a ascender con tres semanas de adelanto y con el recuerdo de aquel 6-2 al Alavés.